"Temo el día en que la tecnología
sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de
idiotas". A. Einstein.
La realidad no es tan lejana a las
visiones futuristas de escritores como George Orwell y Aldous Huxley en sus
obras de ciencia ficción. Las nuevas tecnologías y la estática de los problemas
sociales y culturales que nos aquejan, nos está llevando hacia un camino
nublado, en el que aunque poseemos las tecnologías y la información, las
sociedades y las mentes no están listas aún para apropiarse de ella de una
manera sabia, lo que sólo prevé un futuro oscuro y apocalíptico para nuestro
planeta.
La ciencia cada minuto devela nuevos
misterios, construye nuevo conocimiento y avanza hacia otro nivel, llevándonos
m (Kandel, 2001) ás arriba
tecnológicamente hablando, como civilización. Muchos de los más grandes
problemas de ayer ya no son tan relevantes gracias a los aportes de la
medicina, a los avances científicos; inventos inimaginables ya hacen parte de
nuestra vida cotidiana, y nos ‘facilitan’ la existencia. Sin embargo, luego de
que toda esta tecnología nos resuelva tantos problemas, puede ser que se
empiece a convertir en un ‘Frankenstein’ y nos supere, al punto de hacernos sus
esclavos. Ya lo escribió Huxley en ‘Un mundo feliz’: "La ciencia es peligrosa; hemos de tenerla cuidadosamente
encadenada y amordazada." (Huxley, 1932)
Parece que hemos desarrollado técnicas
para facilitarnos todo tipo de tareas cotidianas: lavar, hacer cuentas,
memorizar, traducir, desplazarnos a los lugares, asistir a un trabajo físico,
entre otras. Nos hemos librado de miles de trabajos tediosos, sin embargo, ¿esto en realidad nos está quitando una carga
innecesaria de nuestras existencias?
Nos enfrentamos cada día a un mundo
hostil, indiferente, desigual, en el que las malas noticias son el pan de cada
día. Millones de personas sufren de hambre, se libran guerras y hay conflictos
armados en casi cada ciudad del mundo, la corrupción nos gobierna, y las
industrias farmacéuticas nos enferman. ¿Realmente le estamos atinando a la expresión correcta cuando afirmamos
el progreso de la humanidad por el simple hecho del avance tecnológico?
“Algo que
soportaba nuestros pensamientos era el hecho de saber que los inventos de la
ciencia y la tecnología generarían un impacto positivo en nuestras vidas; por
inducción pensábamos que si a nosotros nos había aligerado el trabajo de
cálculo en primera instancia, luego nos daría la posibilidad de entender y
saber los procesos que evaluábamos por entonces. Algunas actividades que
realizábamos tenían que ser reevaluadas para suprimirlas o modificarlas, todo
ello con la idea de que nuestra función diera un salto cualitativo que
permitiera mejorar nuestra calidad de vida. (…)Lamentablemente la velocidad de
los cambios no fue a la par con el cambio de paradigmas de las sociedades; no
se creó la cultura para asimilar la tecnología. Se originaron modelos sociales
que marcaron la tendencia sobre nuevos supuestos valores. En sociedades como la
nuestra donde la educación es rígida, se generaron estructuras de pensamiento
dirigidas y muy apegadas a normas y leyes que casi no se cambian, la adaptación
a esta tecnología fue precaria. El impacto que se observa es a la inversa, es
decir, en lugar de que se tenga un resultado de mejora en la calidad de vida,
por el contrario la degrada.” (Rodríguez, 2008)
Los problemas reales de la sociedad van
más allá de invertir mucho tiempo haciendo operaciones matemáticas, lavando
ropa, o memorizando información. Afuera se vive una tragedia y parece que estás
tecnologías son como el ‘soma’ en nuestros tiempos, nos mantiene distraídos,
nos narcotiza para evitar esa realidad dura y triste que medio mundo afronta.
“Tragada media
hora antes de cerrar, esa segunda dosis de soma había levantado un muro
impenetrable entre el universo real y sus mentes (…) Si por desgracia se abriera
alguna rendija de tiempo en la sólida sustancia de sus distracciones, siempre
queda el soma: medio gramo para una de asueto, un gramo para fin de semana, dos
gramos para viaje al bello Oriente, tres para una oscura eternidad en la Luna” (Huxley, 1932)
Un futuro en el
que dominados por tecnologías especializadas que ‘piensen’ a nuestros niveles y
empiecen a hacerse cargo del mundo no es tan descabellado; de hecho ya estamos
empezando. Cediendo a nuestros aparatos inteligentes, distraídos de la
realidad, sodomizados por los medios de comunicación y la industria del
entretenimiento, estamos olvidando participar en el cambio social. No estamos
aprendiendo más sobre cómo ser mejores humanos, y cambiar el sistema social
desde su estructura; estamos delegando o más bien, regalando nuestro poder a
quienes son dueños de las
tecnologías, que al final, también son controlados por ellas.
Nicholas Carr en
su obra ‘Superficiales: Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Aborda
esta problemática detalladamente con una investigación sobre la ‘memoria
artificial’. El hombre empieza a usar tecnologías como internet, y deja de
esforzar su cerebro para recordar o grabar información, proceso, que argumenta Carr, fomenta la ‘agudización de la
las habilidades mentales’ y además mejora los procesos creativos.
“Cuando
almacenamos nuevos recuerdos a largo plazo, no limitamos nuestros poderes
mentales. Los fortalecemos. Con cada expansión de nuestra memoria viene una
ampliación de nuestra inteligencia. La web proporciona un suplemento
conveniente y convincente para la memoria personal, pero cuando empezamos a
usar internet como sustituto de la memoria personal, sin pasar por el proceso
interno de consolidación, nos arriesgamos a vaciar a nuestra mente de sus
riquezas (…) La clave de la consolidación de la memoria es la atención. Almacenar recuerdos explícitos y, lo que nos
es menos importante, establecer conexiones entre ellos, requiere gran concentración
mental, amplificada por la repetición o por un intenso compromiso intelectual o
emocional. A mayor agudeza de la atención, más nítida será la memoria.”(Carr,
2010)
Este argumento es
consecuencia de unos experimentos realizados por un científico, Kandal, quien
estudio los procesos que implican en el cerebro el memorizar información y la
importancia de estos para la expansión de la mente y la creación de nuevo
tejido neuronal. “La formación de recuerdos a largo plazo implica cambios no
sólo bioquímicos, sino también anatómicos. Las proteínas desempeñan un papel esencial en la producción de cambios
estructurales en las células.” (Kandel, 2001)
Entonces,
biológicamente usar nuestro cerebro nos ayuda a volvernos más inteligentes, más
conscientes, hecho que sumado a tecnologías de soporte nos daría una potencia
muy elevada de nuestros intelectos, pero no es así; porque no estamos
trabajando conjuntamente con la tecnología, estamos dejando que ella trabaje
por nosotros.
“Cuando extendemos
una parte de nosotros mismos de forma artificial, también nos distanciamos de
la parte así amplificada y de sus funciones naturales (…) El precio que pagamos
por asumir los poderes de la tecnología es la alienación, un peaje que puede
salirnos particularmente caro en el caso de nuestras tecnologías intelectuales. Las herramientas
de la mente amplifican y a la vez adormecen las más íntimas y humanas de
nuestras capacidades naturales: las de la razón, la percepción, la memoria, la
emoción. El reloj mecánico, por muchas bendiciones que otorgara, nos apartó del
flujo natural del tiempo.”(Carr, 2010)
Esta
pereza mental que las extensiones artificiales están sembrando en nosotros, en
conjunto con el acabose mundial en el que vivimos, no está conduciendo a
nuestro fin. Ya no somos dueños de lo
que pensamos, porque estamos dejando de pensar; y las tareas más sencillas se
están convirtiendo en imposibles sin ayuda de las máquinas. Ya no conocemos
nuestro pasado ‘porque está todo en internet’, y evitamos nuestro futuro
‘porque la tecnología se encargará’; “Fui y seré me ponen triste...; tomo un
gramo de soma y sólo soy." (Huxley, 1932) Somos una sociedad a
la que se le enseña a "Librarse
de todo lo desagradable en lugar de aprender a soportarlo".
“Cada uno de
nosotros lleva y proyecta la historia del futuro. La cultura se sustenta en
nuestras sinapsis. La descarga de nuestra memoria a unos bancos externos no
sólo amenaza la profundidad y el carácter distintivo del ser. Amenaza también a
la profundidad y el carácter distintivo de la cultura que todos compartimos (…)
La cultura es algo más que el agregado de los que Google describe como ‘la
información del mundo’. Es más de lo que se puede reducir a código binario y
subir a la Red. Para seguir siendo fundamental, la cultura debe seguir
renovándose en las mentes de los miembros de cada generación.”(Carr, 2010)
Las
novelas de ficción, en las que las masas son dominadas por los medios, que
funcionan en un sistema inequitativo que sólo busca poder ya se están haciendo
realidad. Y la más grande preocupación es que no nos estemos dando cuenta,
porque nuestros cerebros están dormidos, alienados, y peor aún deshumanizados.
Pues los procesos mentales que implican actividades que las máquinas hacen por
nosotros, son los que nos hacen humanos, y los que le proporcionan al hombre un
mejor desarrollo de su empatía en el mundo.
“A medida que
externalizamos la resolución de problemas y otras tareas cognitivas a nuestros
ordenadores, vamos reduciendo la capacidad de nuestro cerebro ‘para construir
estructuras estables de conocimientos’, esquemas que luego puedan aplicarse a
nuevas situaciones. (…) Cuanto más distraídos nos volvemos, menos capaces somos
de experimentar las formas más sutiles y más claramente humanas de la empatía,
la compasión y otras emociones.”(Carr, 2010)
El apocalipsis
está llegando, y está en nosotros decidir aprender de la ciencia, de nuestra
biología, de nuestra historia, y de nuestra realidad, antes de seguir siendo
indiferentemente ‘felices’, sodomizados por la tecnología controlada por las
grandes élites que saben que - como escribió Orwell (Orwell, 1949) - “La manera más
efectiva de destruir a la gente es negándole y anulándole su propio
entendimiento de su historia”
“No debemos permitir que las glorias de la
tecnología nos cieguen ante la posibilidad de que hayamos adormecido una parte
esencial de nuestro ser.” Nicholas Carr
Bibliografía
Cádiz, D. (11 de Enero de 2005). Ciencia y
tecnología, ¿Avance o deshumanización? Recuperado el 23 de Abril de 2014,
de predicado.com: http://www.predicado.com/work.php?id=129985
Huxley, A. (1932). Un
mundo feliz. Barcelona: Plaza y Janés, de bolsillo .
Kandel, E. (2001). Principios
de neurociencia . MCGRAW-HILL.
Orwell, G.
(1949). 1984. Reino Unido: Harvill Secker.
Rodríguez, L. (Enero de
2008). La deshumanización por los cambios tecnológicos. Recuperado el
28 de Abril de 2014, de leandrorodriguez.org:
http://www.leandrorodriguez.org/articulos/ct.htm
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